Estoy de visita en la cuidad de Bilbao, en el País Vasco, y después de tomar unas tapas deliciosas, estoy mirando el mar. Una mujer se me acerca y me dice que, aunque Bilbao sea ahora un lugar muy bonito, hace relativamente poco uno no se bañaba en el mar por el alto grado de contaminación causado por la industria. Luego, recuerda los largos años de sufrimiento y tensión horrible que han vivido los vascos y todos los españoles por la violencia de ETA, banda terrorista independentista del País Vasco (Euskadi Ta Askatasuna, ‘País Vasco y Libertad’), cuya actividad alcanza su colmo después de la muerte de Franco. Me quedo con ganas de explorar más este tema delicado. Qué gran oportunidad, por tanto, que se acababa de estrenar la serie Patria (escrita por Aitor Gabilondo, y dirigida por Félix Viscarret y Óscar Pedraza). Basada en el libro del mismo título de Fernando Aramburu, este drama histórico se centra en la pérdida, la vergüenza, la exclusión y las amistades y familias rotas en la estela de violencia de la banda terrorista. Pero aun dentro de un ambiente tan lúgubre, se dejan ver rayos de esperanza. Bittori protagoniza la historia. El día en que ETA anuncia poner fin a su violencia, decide volver a su pueblo en busca de respuestas sobre el asesino de su esposo, disparado a manos de los terroristas hace décadas. Ella continúa indagando a pesar de sentirse odiada y estigmatizada en su vieja comunidad. La historia que sigue se narra en retrospectiva, y no es para nada unilateral. Más bien, ilustra el dolor que sufren todos los que se ven involucrados de alguna forma en la violencia etarra, incluso los integrantes de la banda. Vemos los nervios, la humillación y la presión que experimenta un adolescente que inicia su camino terrorista; conocemos la disyuntiva a que se enfrenta su familia; y asistimos a la ‘política de dispersión’ de los presos etarras tal y como está vivida por sus parientes. Esta política de dispersión entró en vigor en 1989 bajo el gobierno PSOE de Felipe González, y dictaminó que los presos etarras se encarcelasen lo más lejos posible entre ellos y del País Vasco – en Andalucía, por ejemplo. Aunque la gente aplaudía esta política como medida eficaz para impedir la comunicación entre etarras dentro y fuera de la cárcel, las voces de sus familiares se levantaban en su contra. Los enormes viajes a los que se ven obligados los familiares les imponen dificultades psicológicas y financieras, y hasta ponen en peligro sus vidas. Tras campañas a lo largo de los años para el desmantelamiento de esta política, Pedro Sánchez ha respondido y lo ha borrado (y no sin críticas). Recomiendo que veas la serie. No solo por su temática importante, sino también por su sutileza. A diferencia de mucha televisión, no cae en lo teatralizado al narrar una historia tan emocional y dolorosa. Esto se logra por el talento del repertorio y por la cinematografía. Casi no hay música de fondo, por ejemplo – una elección significativa. Aun en los instantes mas dramáticos, mantiene un tono trágico y lento. Además, al seguir esta historia de amistad y enemistad, de padecimiento personal y comunal, el espectador aprenderá algunas palabras como agur y eskerrik asko, de un idioma misterioso, cuyo origen se desconoce, y que se estima uno de los más viejos de Europa… el euskera. ¡Pero no se preocupe, la serie es en castellano! Imagen de la autora Mary BradshawForeign language and translation editor
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December 2022
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